domingo, 13 de septiembre de 2009

Relatos Breves de Buenos Aires... 2. Barrio de Boca



Buenos Aires, 19 de septiembre de 2006

Visita al barrio de Boca...

Me levanto un poco tarde de lo normal, cambio plata y me voy rumbo a Boca, he leído que se trata de un barrio deprimido… tomo un bus 29 de estos de marca Mercedes con motores potentes que se oyen por toda la ciudad, el precio del “colectivo”, así le llaman aquí, es de 0.75 centavos, equivalente a 1000 pesos colombianos. Empiezo el recorrido hacia el barrio de Maradona, y después de unos quince minutos de marcha observo un potrero con una casa amarilla, al fondo divisó lo que puede ser un estadio, me bajó y preguntó si se trata de “La Bombonera”, el estadio del Boca Juniors, y me dicen que si, que camine hacia adelante y allí me topo con una especie de construcción de concreto con gradas que miran hacia un campo, alrededor del estadio más descampados que me recuerdan alguna de las películas del neorrealismo italiano, con condominios gigantescos grises y pobres, en medio de ellos basura y perros enclenques caminando entre desechos… bueno tampoco es tan triste, pero me lo recuerda…

Espió junto con algunos hinchas los jugadores que entrenan en el campo anexo, hablan de Palermo, Martín Palermo, uno de los jugadores símbolos del Boca. Camino hacia la entrada del estadio, y me encuentro con pinturas y símbolos que se añaden a la construcción pintada de azul y oro, los colores de la bandera de Suecia que también son los del equipo porteño. Maradona por doquier, en sus buenas y sus malas épocas, Diego Armando, ¨el Pelusa¨, creció y jugó en este equipo popular. Entro al estadio y me sorprende, no se trata de esas grandes construcciones en donde el espectador se encuentra consumido por torres de concreto, se trata más bien de un campo verde y pequeño con unos andamios alrededor. Enfrente de donde me encuentro, supongo que es occidental o la tribuna norte, estan los palcos, en donde recientemente se observa a Maradona hinchar a favor de su equipo, que ahora tiene a técnico a Lagolpe que viene del Mundial de Alemania de dirigir a México.

Los palcos parecen un edifico común y corriente cinco pisos rectangulares. Enfrente, en donde me encuentro, se trata de una tribuna en forma de buque con una inclinación hacia el campo de juego, de tal manera que todos los espectadores presencian el juego casi encima de la jugada. Es un estadio pequeño, pero simbólico, es la bombonera porque según la historia recuerda una caja de bombones de chocolate. Los colores del equipo se deben a una apuesta de los fundadores, ya que al no decidirse que colores iban a ponerle a los uniformes decidieron que sería el de la bandera del primer barco que se acercará al puerto, y fue uno sueco, y así quedo el azul - dorado que ha ganado 16 copas internacionales, en cambio el River Plate, su eterno rival, tan solo ha ganado 5.

En el estadio están tomando unas fotos a dos jugadores, el capitán del equipo de fútbol de ciegos (recuerdo a Sábato y su obsesión por los invidentes) llamado “Los murciélagos” y un jugador carismático del Boca Juniors de nombre “Guille”. El jugador invidente se encuentra vendado y posa largamente para una serie de fotografías, después llega Guille y firma algunos autógrafos a los miembros de un colegio. Los niños aquí me recuerdan mis primeros años de escuela, por el delantal, yo recuerdo que lo use en kinder y era de color azul, pero no me acuerdo de haberlo usado en la primaria, aquí se lo ponen hasta los profesores, pero se trata de un delantal de color blanco como de médico o de enfermero y todos pasean con este traje escolar por la ciudad alrededor de las 4:00 p.m., me imagino la hora de salida de la escuela.

Salgo y de nuevo como carne, esta vez con chimichurri y con una morcilla bastante blandita, aquí la hacen sin arroz y sin arvejas, supongo que solo con sangre, pero de un sabor delicioso.

Pregunto dónde queda “El caminito”, la calle que inmortalizó Carlos Gardel en un tango que dice: “Caminito que el tiempo ha borrado, que juntos un día nos viste pasar, he venido por última vez, he venido a contarte mi mal…”, y que queda bajando del estadio en el mismo barrio de Boca. La calle al igual que San Telmo se encuentra llena de locales de antigüedades, pero de gente más humilde y de recuerdos mucho más baratos. Compro algunas postales a un viejo de ojos azules que toma “mate” la popular infusión que carga todo gaucho en su mochila y que los mantiene vivos.

La yerba mate, la teterita etc. se bebe como en un rito iniciático. Me acuerdo de los primeros argentinos que conocí tomando mate. Era en Barcelona en 1996, en un hostal de estudiantes en donde me alojaba para hacer un curso sobre Derecho Eclesiástico. Allí estuve con Pisciotti, un argentino que se parecía al joven Che Guevara, y un patagónico de nombre Gustavo, que tuvo la sorpresa durante el curso de enterarse que su novia había quedado embarazada y que pronto sería papá. Gustavo tomaba mate todo el día, aunque Pisciotti se le veía pedir el termo con agua caliente también en la cocina del hostal. Sin embargo, fue Gustavo quien me convido primero a tomar mate amargo o dulce, escuchando Pimpinela mientras planchaba las camisas, en ese albergue por Vallcarca en la ciudad de Barcelona, también ciudad porteña. Barcelona se parece a Buenos Aires, atracan barcos, hay colonias de inmigrantes, como por ejemplo los chinos y los judíos, son ciudades cosmopolitas de gente vivaz y comerciante.

Sin embargo, Barcelona cuenta con montañas, no pasa lo mismo con Buenos Aires que esta al lado de la Pampa. Cuando bajo hacia Caminito oigo el quejido de un buque inconfundible, caminando ya me había dado cuenta que estaría cerca del río, ya que pasaban camiones con “Containers” alemanes del puerto de Hamburgo (Hamburg Süd). Llego finalmente a la calle del tango, en donde se encuentran unas casas de metal corrugado, pintadas de colores vivos y diversos, amarillos, rosas, verdes, que se forman alrededor del “Caminito” o la estrecha calle que lleva a la boca del río, unos cuantos artistas, pintores, fotógrafos, artesanos y hippies, y parejas de tangueros que se fotografían con los turistas. Se encuentran también algunos músicos tocando bandoneón con guitarra que compiten entre si para llevarse la clientela a almorzar. Camino por la vera del puerto, el río huele mal, al fondo una enorme grúa puente, que recuerda las construcciones de fierro de finales del siglo XIX, desvencijada y corroída por la salina.

Tomo el Colectivo de vuelta, para San Telmo al fondo se escucha una cumbia de uno de los marinos que lava el casco de uno de los barcos, me bajo en la escuela de ingeniería y regreso al hotelito a descansar los pies.

Gonzalo

Links:

- Tango Caminito letra de Gabino Coria Peñaloza y música de Juan de Dios Filiberto

- Un video de Caminito en Boca realizado por Julio López

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